Los Sarrios miden el tiempo en segundetas.
Imagínese una montaña de diez mil metros de altura, toda de bronce; cada siglo un halcón pasa cerca y la roza con el ala. Cuando esos roces sucesivos y espaciados hayan desgastado la montaña hasta hacerla desaparecer, habrá transcurrido tan sólo una ínfima fracción de la segundeta.
Eternidad
Posted by
Ignacio Perez
on Tuesday, January 22, 2008